30 de julio de 2015

Cifras de Migración Colombia señalan drástico aumento del 288 por ciento en el número de víctimas.

Bandas le cobran $ 7 millones a un migrante ilegal para pasar al país

 

 Migración Colombia calcula que el solo hecho de atravesar Colombia puede llegar a costar 2.500 dólares.

 

 El aumento en la frecuencia de reportes y documentales sobre la migración ilegal en Colombia implica una dura realidad, llena de costos sociales y financieros para las víctimas y para el país.

La migración puede ser un sueño para unos y una tragedia masiva para otros. Más allá de las cifras, hay connotaciones sociales que pueden aparecer o agudizarse a medida que crece este fenómeno en Colombia.
En la teoría de las migraciones se habla de factores push & pull para explicar la decisión de buscar nuevos rumbos.
Por un lado, hay factores como la dificultad económica y la inseguridad, que empujan a personas a irse. Por otro, la idealización o al menos la mejora de las condiciones de vida en otros países atraen al migrante.
Según la Organización de las Naciones Unidas, en el año 2013 había 232 millones de inmigrantes en el planeta, es decir, más del 3 por ciento de la población mundial.
Cifras recientes de Migración Colombia señalan un drástico aumento del 288 por ciento en el número de víctimas del tráfico de migrantes entre abril del 2014 y abril del 2015.
Mientras que en el 2006 se detectaron 43 casos, en el 2014 esta cifra llegó a 2.111. Hasta el 20 de abril del 2015, se habían detectado 1.371 casos. Si este ritmo se mantiene, estaríamos hablando de más de 4.000 casos en el total del presente año.
Casi la mitad de las víctimas provienen de Cuba, seguidas por nacionales de Nepal, Somalia y Bangladés. Desde su creación en el 2012, Migración Colombia, que cuenta con 27 centros facilitadores de servicios migratorios y 34 puestos de control, ha implementado programas como Red Migrante para asistir a los migrantes y luchar contra las organizaciones y ‘coyotes’ que se financian traficando con personas.
Entre el 2004 y el 2011 las autoridades capturaron a 176 miembros de estas bandas.
Las finanzas de la migración
Mientras que un migrante africano puede llegar a pagar hasta 10.000 dólares para llegar a EE. UU., un ciudadano chino puede gastar hasta 60.000 (ver recuadro).
Migración Colombia calcula que el solo hecho de atravesar Colombia puede llegar a costar 2.500 dólares.
Normalmente, el complicado y arriesgado recorrido puede durar de seis a ocho meses. Si pensamos que el salario mínimo en Bangladés apenas supera los 65 dólares y en China los 200, se percibe que la dimensión del esfuerzo para un migrante de bajos recursos es exorbitante.
En el 2014, Colombia gastó 530 millones de pesos en la deportación de extranjeros.
El presupuesto para el 2015 es de 492 millones. Según Migración Colombia, el país destinó también 30 millones de pesos para servicios de traducción simultánea. Para el 2015, el presupuesto total de Migración Colombia supera los 100.000 millones de pesos, de los cuales 80.000 millones cubren el funcionamiento de la entidad.
Costos sociales y emocionales
Detrás de estas estadísticas se esconde una realidad social con costos que son más difíciles de medir.
Por un lado, las tragedias familiares que suponen el peligro y la incertidumbre que acechan a los migrantes conllevan una dura carga psicológica para ellos y sus familias.
El tráfico de personas puede desembocar en casos de trabajo y prostitución forzada, asesinatos, tráfico de armas, narcotráfico y secuestro.
Los casos de prostitución forzada en estados mexicanos como Oaxaca y Guerrero, los crímenes cometidos por ‘coyotes’ que hunden barcos de inmigrantes en el Mediterráneo, así como los asesinatos masivos de migrantes en la frontera entre México y EE. UU. dan cuenta de las tragedias que conlleva la migración.
Colombia, visto como un trampolín para llegar a otros destinos, recibe a migrantes con traumas y dificultades que pueden inhibir su integración cuando permanecen como refugiados. Siguiendo el decreto 4.000 del 2004, el migrante que es interceptado y solicita la condición de refugiado no puede ser privado de su libertad.
Con base en el decreto 2840 del 2013, se expide un salvoconducto de permanencia por cinco días, periodo que tiene la persona para renovar su solicitud. Así sea por poco tiempo en unos casos, el migrante queda libre en medio de la sociedad colombiana.
Mientras países como Italia y Alemania llevan más tiempo enfrentando situaciones parecidas, en Colombia parece que las consecuencias (futuras) de tener cada vez más inmigrantes legales e ilegales no son visibles.
Los costos emocionales del migrante ‘ilegal’, así como la creciente presencia de migrantes legales, pueden derramarse en una tensión social llamada xenofobia.
¿Riesgo de xenofobia?
La xenofobia implica rechazar, tenerles miedo y/o desprecio a los extranjeros.
En Rusia se ha llegado al extremo de hacer videos que muestran la ejecución de personas de exrepúblicas soviéticas por grupos neonazis.
En Alemania el ataque contra una residencia de asilados en Tröglitz puso en evidencia el creciente odio contra los extranjeros en el oriente del país.
Colombia parece estar lejos de esta situación, pero el inicio de los problemas es silencioso y se basa en el aumento de la migración, ya sea legal o ilegal. Aspectos como la diversidad religiosa también pueden llevar a tensiones.
Colombia sigue siendo un país cristiano-católico en su mayoría, aunque símbolos de otras religiones se hacen cada vez más visibles.
Un ejemplo son las mezquitas Omar Ibn Al-Khattab, en Maicao, y Abou Bakr Alsiddiq, en Bogotá.
Para prevenir estos problemas, que azotan a otros países, las instituciones colombianas deben fomentar la llamada ‘integración’.
Según la fundación Bertelsmann, la falta de integración de sus migrantes le cuesta a Alemania entre 11.800 y 15.600 millones de euros al año.
Pensar que la diversidad es tema de otros países es no planear hacia el futuro.
Si Colombia ofrece estabilidad y perspectivas a extranjeros, por un lado, la migración laboral regulada seguirá creciendo y, por otro, los flujos migratorios ilegales pueden cambiar y consolidar a Colombia no como país trampolín, sino parcialmente como país de destino.
En dicho contexto, cabe recordar una cita de Max Fristch ante la masiva llegada de inmigrantes turcos a Alemania, en los años 60:“Pedimos trabajadores, y llegaron personas”.
Acerca del autor
ERICK BEHAR VILLEGAS
Economista. Profesor del Cesa y de la Universidad Externado de Colombia. Candidato a doctor en la Universidad LMU, de Múnich
Tomado de EL TIEMPO.COM 

 

1 comentario:

  1. Colombiana agradecida por el trato y los beneficios que me ha otorgado este pais.

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